Nos encontramos en 1938. Cuatro parejas jóvenes, ricas de un amor joven, cristianos convencidos, quieren vivir su amor a la luz de su fe. Piden al sacerdote Henri Caffarel que los guíe en su búsqueda. «Caminemos juntos» les responde.
La primera reunión tuvo lugar en París, el 25 de febrero de 1939. Después la siguieron otras reuniones apasionantes. Poco a poco se descubre ante estos jóvenes el sitio privilegiado del matrimonio en el designio de Dios: imagen viva de amor que une a Cristo y a su Iglesia. Al mismo tiempo, viven la experiencia de la vida en comunidad donde se realiza la promesa de Cristo de estar presente (Mt 18,20).
Su vida progresa también en tres dimensiones: unión a Dios, unión entre los esposos y en los hogares, apertura a los demás.